WASHINGTON, Estados Unidos.- Los estadounidenses definirán mañana un nuevo escenario político en las elecciones de medio término, una prueba para la gestión del presidente Donald Trump, en las que están en juego no sólo las mayorías republicanas en ambas cámaras del Congreso, sino los gobiernos de 36 de los 50 estados del país.
Dispuesto a romper con la tendencia histórica que castiga al partido en el poder, Trump puso a prueba su capital político y lanzó una agresiva campaña personal para mover a sus bases. “No estoy en la boleta pero sí lo estoy porque también es un referéndum sobre mí”, dijo en un acto en Mississippi.
Se presentó en 30 actos, 11 de ellos en los seis días días previos a los comicios, se aseguró la omnipresencia mediática y marcó la agenda de la campaña con un discurso en el que el miedo a la inmigración fue protagonista.
El avance de una caravana de miles de migrantes centroamericanos hacia el sur del país le sirvió para agitar esos temores y ordenar el envío de 5.200 militares a la frontera para frenar la inminente “invasión” y evitar el ingreso de “matones muy malos y pandilleros”. Semejante despliegue sólo tiene sentido si se lee en clave electoral.
La inmigración es el tema que más preocupa a los electores republicanos, según una encuesta de Reuters/Ipsos, y el miedo es un gran motivador para votar en unas elecciones, donde la participación suele ser mucho más baja que en las presidenciales.
Mientras Trump se centra en la inmigración, una estrategia que ya le funcionó en 2016 para llegar al Salón Oval, los demócratas hicieron del acceso a la sanidad su bandera.
“Los republicanos harían cualquier cosa para desviar la atención de los votos que dieron a favor de eliminar las coberturas de salud de los estadounidenses”, atacó Nancy Pelosi, la jefa demócrata en la Cámara baja.
La defensa de la ley conocida como Obamacare, que hizo obligatorio el acceso a la salud para todos los ciudadanos, se convirtió en el eje central de la campaña demócrata, que continuamente recordó los intentos oficialistas de derogar la medida. Esta estrategia, según las encuestas, no sería errada.
Un sondeo de la cadena Fox News señaló que la sanidad es la principal preocupación de los estadounidenses y para 58% de los posibles electores es “extremadamente importante” para su voto. Pero el mensaje demócrata no parece calar lo suficiente como para asegurar una victoria contundente en el Congreso.
En el Senado, donde se renuevan 35 escaños de los 100 existentes -dos de ellos en Minnesota y Mississippi-, la posibilidades de los demócratas de recuperar el control son mínimas.
El mapa electoral les juega en contra: para obtener la mayoría de 50 no sólo deben mantener los 26 bancas de senadores que están en juego, sino que deben quitarles dos a los republicanos, en estados conservadores.
En la Cámara de Representantes, en cambio, donde se reeligen la totalidad de los 435 escaños, la probabilidad de los demócratas de recobrar la mayoría perdida en 2010 se eleva a sus máximos históricos, 85% según los cálculos de FiveThirtyEight, ya que sólo necesitan arrebatar 23 bancas a los republicanos.
Los sondeos les son favorables en la lucha por las gobernaciones de 36 estados: ganarían entre seis y ocho a los republicanos, mientras que los conservadores sólo les arrebatarían una.
Las principales contiendas se darán en Ohio, Michigan, Florida y Pennsylvania, donde los gobernadores serán decisivos para movilizar a las bases y recaudar fondos para 2020. En ese sentido, los comicios de mitad de mandato pueden ser determinantes en la campaña de Trump a la reelección. (Reuters-Télam)